La consagración

La consagración secular

La consagración secular de nuestros miembros se vive en pleno mundo. Ella es don de sí a Dios y respuesta a un llamado de la gracia para vivir los consejos evangélicos. Este compromiso se vive en el reconocimiento de los valores divinos ya presentes en las iniciativas seculares con el cuidado de promoverlas y evangelizarlas. Nuestros miembros clérigos y solteros pronuncian, por tanto, ante la autoridad competente, los votos de castidad, de pobreza y de obediencia.

El llamado a seguir a Cristo se arraiga en la consagración bautismal que nos une a nuestros hermanos y hermanas de la Iglesia. Para ciertas personas, esta consagración llega a ser más radical, después de un llamado y de una mayor exigencia de amor suscitados por el Espíritu Santo.

Chastity

Para responder a un llamado del Señor a vivir la plenitud del amor, nuestros miembros clérigos y solteros están llamados a vivir un amor desinteresado y universal en una disponibilidad total a Dios y a los demás. Se comprometen, por voto, a vivir en el celibato y a observar la continencia perfecta.

Cultivan en ellos esta gracia de la castidad consagrada por la cual dan testimonio al mundo que Cristo es su primer amor, que cualquier otro amor tiene su origen y se termina en Él, que solamente Él les forma un corazón universal y fiel.

La pobreza

El voto de pobreza vivido en pleno mundo ayuda a reconocer el valor del compartir y de la fraternidad. Para vivir esta profesión en plena disponibilidad de espíritu, nuestros miembros Voluntas Dei se preocupan:

  • por adoptar en la confianza en Dios un estilo de vida sencillo y sobrio que libera el corazón y los hace más disponibles;

  • por trabajar para ganar su subsistencia;

  • por contribuir financieramente en el esfuerzo apostólico y misionero del Instituto y proveer también al buen funcionamiento de éste;

  • por manifestar su solidaridad y su predilección hacia los más desprovistos.

Es así como, conservando el derecho de posesión y de ganancia, nuestros miembros se preocupan por administrar sabiamente estos bienes que les son confiados por Dios.

La obediencia

La obediencia es una nota determinante de nuestros miembros. Ella los compromete en la búsqueda de la voluntad de Dios tanto en las personas como en su medio de actividades. Ella es la humilde aceptación, no solamente de los quereres divinos sino también de las mediaciones humanas, sobre todo las expresadas por la Iglesia. En la alegría, nuestros miembros se dedican a descubrir la presencia de Dios manifestada en la vida diaria.

Los compromisos de nuestros miembros asociados

Las personas casadas, miembros asociados del Instituto, se comprometen a vivir el ideal de perfección cristiana propuesto por el Evangelio en la misión secular que la Iglesia les confía. Viven su compromiso sacramental del matrimonio, dan testimonio de los valores evangélicos en su medio familiar y social e viven una ofrenda total de sí mismos al Señor. Este acto de ofrenda se hace En el Instituto, este acto de ofrenda se realiza mediante el compromiso de seguir a Cristo casto, pobre y obediente, teniendo en cuenta su estado de vida y el de su familia.

En la práctica del compromiso a la castidad, en respuesta a un llamado particular de Cristo para amar con caridad, nuestros miembros asociados se comprometen a vivir la castidad conyugal y la fidelidad sacramental para rendir a Dios mayor gloria y para ayudar al crecimiento del verdadero sentido del amor en el mundo. Esta fidelidad sacramental llega a ser, entonces, un signo eclesial visible del amor de Dios por la humanidad.

En la práctica delcompromiso a la pobreza, la autoridad del Instituto y los miembros asociados tienen en cuenta los deberes de justicia y de caridad entre cónyuges, hacia sus hijos y los demás miembros de su familia.

Nuestros miembros asociados y la autoridad del Instituto tienen en cuenta, en la práctica delcompromiso a la obediencia, las obligaciones inherentes al estado del matrimonio, compromiso primero de su vida.

Como los cristianos sacramentalmente casados, nuestras parejas Voluntas Dei «se ayudan, se sostienen mutuamente con la unión íntima de sus personas y de sus obras. Esa íntima unión, por ser una donación mutua de dos personas, así como el mismo bien de los hijos exigen la plena fidelidad de los esposos y urgen su indisoluble unidad.» (Gaudium et Spes, 48,1)

Llevando su vida conyugal en nombre del Señor y en el Señor, nuestras parejas Voluntas Dei ejercen un servicio en la comunidad humana. Ellas manifiestan en su medio y a su manera, lo que nos será dado en el Reino: el Amor perfecto.

Las parejas casadas son elementos constitutivos del Instituto mismo.
(L.-M. Parent, o.m.i.)

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